Si bien Argentina tiene destinos turísticos para todos los gustos, es cierto que es poco habitual ver cuerpos de agua o ríos turquesa. Por eso, al descubrir uno, se convierten en centro de atención de los viajeros más ansiosos de conocerlos.
Un pequeño hilo de agua surge entre las rocas gigantes de la montaña a los pies del Cerro Mercedario. Con 250 metros de extensión, aproximadamente, guarda la belleza suficiente como para encantar a turistas y expedicionistas de todo el país.
Cómo llegar al arroyo azul en el Cerro Mercedario
El Cerro Mercedario se encuentra en la zona montañosa de Los Andes en San Juan, precisamente en la llamada cordillera de la Ramada, en el extremo sudoeste de la provincia. Está ubicado en el departamento de Calingasta, a 173 kilómetros de la capital.
A poco menos de 40 kilómetros al sur de Calingasta se encuentra la localidad de Barreal, desde donde los expedicionistas parten para emprender el camino rumbo al arroyo azul.
La primera etapa es un viaje de 100 kilómetros desde Barreal hasta la base del cerro Mercedario en la Laguna Blanca, también alimentada por agua de deshielo. El camino tiene, en todo el recorrido, el imponente paisaje de las montañas como telón de fondo. También hay un río que acompaña hacia el oeste.
Desde ahí, es necesario encontrar un guía ya que el arroyo aguarda tras una caminata de siete horas. Cinco kilómetros después de Laguna Blanca se encuentra el Club Andino Mercedario, donde los caminantes se aclimatan a los más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Las horas de caminata ameritan llevar protección para el sol, sombreros o gorras y lentes oscuros. También es necesario cargar agua y algún refrigerio liviano para hacer un picnic y recargar energías antes de continuar.
Arriba, ya a 3.800 metros sobre el nivel del mar, el arroyo turquesa. El color es imponente. El tono azulado es producto de las aguas de vertiente que pasan por sobre una veta de cobre y termina por oxidar las piedras que toca depositando los sedimentos que recoge del cobre.
Sin embargo, en ocasiones puede verse más potente en contraste con el paisaje seco que lo rodea, o menos azulado. También puede perderse porque –rara vez– las crecientes arrastran las piedras cercanas, lo que produce que se tape la salida de agua y el proceso de sedimentación deba arrancar nuevamente.